Museo de la Encarnación de Corella – Fundación Arrese
En el centro histórico de Corella, en las cercanías de la Plaza de la Merced, y al final de la Calle Cañete, se encuentra este Museo de Arte Sacro. Rodeado de casas palaciegas y diversos edificios de interés como la Iglesia de San Miguel o el Palacio de Corella, desde 1975 ocupa los edificios del extinguido convento de monjas Benedictinas de la Encarnación que mandara construir en 1659 el ilustre corellano Pedro de Baigorri.
A finales del siglo XVII llegaron al convento un grupo de monjas benedictinas de clausura y permanecieron en él durante tres siglos. En 1970 el matrimonio formado por José Luis Arrese y Maria Teresa Saéz de Heredia adquirió la abadía y trasladaron allí parte de su colección para convertirlo en el museo que hoy conocemos. Atesora una rica colección de piezas artísticas como lienzos, esculturas y objetos que abarcan una amplia cronología.
La fachada exterior del edificio, de ladrillo, es de tipo conventual con tres calles y un ático central. Los laterales se unen con grandes aletones recordando los proyectos divulgados por el arquitecto y tratadista Lorenzo de San Nicolás.
El recorrido por el interior del museo trascurre a lo largo de once salas, siendo en la principal en la que se exponen las piezas más antiguas. En ella podrás admirar una cruz procesional del siglo XIV, la talla de la Virgen sedente de Santa Quiteria, la escultura gótica de San Emeterio y San Celedonio, entre otras reliquias, así como El Cristo Articulado o Cristo del Descendimiento. Se trata de una obra de gran naturalidad con articulaciones que permitían doblar la cabeza y plegar los brazos.
En otra de las salas, encontramos una curiosa pieza conocida como «artilugio de los espejos», y es que por medio de dos espejos pueden verse las dos pinturas al mismo tiempo. Al fondo de esta sala descubrimos lienzos barrocos de las Bodas místicas de Santa Gertrudis y San Plácido. Se trata de una obra del pintor madrileño Claudio Coello, de coloridos tonos venecianos, con dorados envolviendo la atmósfera.
En la sala superior destaca el terno de las calaveras del siglo XVI que toma su nombre de la iconografía que en él se representa. Los ternos eran las vestimentas utilizadas antiguamente por los obispos. Una de las obras cumbres de esta sala es el Cristo atado a la columna, anatomía con rasgos naturalistas y cabeza de expresión dramática. Escultura cercana al círculo de Juan Biniés de comienzos siglo XVII que pertenecía a la parroquia del Rosario.
En la siguiente sala puede contemplarse el busto de Ecce Homo, así como la custodia de Malta, un ostensorio barroco de bronce dorado con incrustaciones de coral del siglo XVII procedente de los talleres italianos.
Tras este repaso a las joyas de este museo, no olvides realizar una visita a la iglesia barroca del convento.
Iglesia.
Construida en1664, presenta una sencilla nave de cruz latina con coro alto a los pies levantado en 1683 por los maestros corellanos Pedro Aguirre y Juan de Argós. Su interior guarda varios retablos barrocos, en su mayoría dieciochescos, dos lienzos de Ximénez Donoso y el retablo de los Aguado con el Regina Angelorum de Antonio González.
Claustro.
Diversas esculturas y pinturas se exponen en las galerías del claustro bajo y alto. En el primero destacan las tallas barrocas del retablo mayor así como una escultura gótico en piedra de finales del S. XIV que representa a San Emeterio y San Celedonio. En el alto se encuentra un lienzo de la Estigmatización de San Francisco de Asís firmado por Vicente Berdusám en 1683, otras pinturas de la segunda mitad del S. XVII y una cabeza en madera de San Pedro Nolasco firmada por Pier Antonio Colicci en 1725.
Iglesia-Capilla de Ubaldesca.
Guarda diversas pinturas barrocas y del S. XIX. Al siglo XVII pertenecen los lienzos de San José con el Niño Jesús, un Crucificado tenebrista copia de Velázquez y el Martirio de San Vicente.
Observaciones: sólo es posible visitar el museo mediante visitas guiadas concertadas previamente llamando al teléfono 948 780 331.
Fuente de los datos: Gobierno de Navarra y elaboración propia