Monumento al Encierro, Pamplona
Cuando un momento fugaz se transforma en imperecedero, conserva toda la intensidad de aquello que lo hizo valioso. Quizá eso fue lo que pensó el escultor bilbaíno Rafael Huerta al idear el conjunto escultórico dedicado al encierro.
La obra congela en un instante la carrera de los mozos perseguidos por los toros, con una atrevida habilidad y un acertado equilibrio de fuerzas que dejan entrever la angustia constante y el valor.
La paradoja del «dinamismo congelado» se muestra ante nuestros ojos, y parece como si los morlacos quisieran salir de su disfraz de bronce para recorrer una vez más las calles de Pamplona tras los valerosos mozos antes de volver a su molde perpetuo.
El monumento al encierro es una escultura en bronce colado que se alza elegante en la avenida Roncesvalles, mirando en dirección hacia la emblemática Plaza de Toros de Pamplona.
La obra es una ampliación del antiguo monumento que realizara el escultor bilbaíno Rafael Huerta Celaya en 1994. La escultura actual, es una armoniosa composición de once metros de largo y cuatro de ancho, que el mismo autor ha perfilado con inusitada calidad.
Un impresionante monumento concebido para ensalzar el mítico encierro de Pamplona. Representa con un realismo impactante el momento de mayor excitación para los corredores; ese en el que pueden sentir el aliento de los animales tras de sí. 11 mozos, en frenética carrera, tratan de conducir a la manada compuesta por 6 toros y 3 cabestros.
El dinamismo de los corredores se trasmite ampliamente. Algunos, caídos en el suelo, esperan no ser arrollados por los morlacos que pasan a su lado sin detenerse. Rafael Huerta ha conseguido plasmar gran equilibrio y movimiento a su obra gracias a la compensación de volúmenes hacia un lado y otro de los puntos de apoyo.
Disfrute de una vista completa de esta escultura rodeándola tranquilamente. Todos los mozos trasmiten con su pose, y también con su gesto, la misma emoción que se vive cada mañana de las fiestas de San Fermín. La angustia, el valor de los mozos y la potencia de los morlacos reflejan la constante lucha vivida con intensidad. Una escena que cautiva por su belleza.
Rafael Huerta, muy unido a la capital Navarra desde que la visitara tiempo atrás, pretende que toda persona que vea la obra vuelva a revivir la impresión que a él le causó el encierro, al que considera como una fuente de inspiración tanto por su estética como por la posibilidad que ofrece de captar distintos estados de ánimo.
El encierro
El encierro es el acto central de los Sanfermines y convierte a estas fiestas en un espectáculo inimaginable en cualquier otro lugar del mundo. Nació por una necesidad: trasladar a los toros desde los extramuros de la ciudad al coso taurino, y la costumbre de los mozos por saltar al recorrido y correr delante de las astas hizo que el encierro se incluyera en el programa.
Tiene lugar del 7 al 14 de julio y comienza en los corralillos de Santo Domingo cuando el reloj de la iglesia de San Cernin marca las ocho en punto de la mañana. Este es el único momento del día en el que la fiesta se contiene y la tensión invade el recorrido minutos antes de que los toros inicien su presurosa carrera.
Tras el lanzamiento de dos cohetes, las reses salen en tropel para recorrer tras los mozos 825 metros en un tiempo medio de entre tres y cuatro minutos, aunque en ocasiones excepcionales la carrera se prolonga por quedar «descolgada» de la manada alguna de las reses. La rapidez, el caos y un estallido de sensaciones culminan en la Plaza de Toros. A partir de ahí, más distendida, la fiesta continúa.
Fuente de los datos: Gobierno de Navarra y elaboración propia