El Carnaval de Lantz
El Carnaval de Lantz es un carnaval rural de gran tradición, en el que durante unos días las fuerzas del mal y del bien se enfrentan en una batalla simbólica en la que la sed de justicia moviliza las iras populares.
Es el más multitudinario de Navarra y una de las fiestas más importantes que se celebran en Lantz. Se trata de una fiesta de carácter tradicional que tiene lugar en los días que preceden al Miércoles de Ceniza.
Cada martes de carnaval se celebra en el pueblecito de Lantz —una pequeña localidad navarra de apenas 140 habitantes—, el apresamiento, juicio y muerte en la hoguera del mítico y malvado bandido Miel Otxin.
Miel Otxin
Miel Otxin es un malvado bandido que representa a los malos espíritus. Su nombre se debe a que en la antigüedad robó mil otxines (moneda usada antaño en Navarra).
Este muñeco, de tres metros de altura, porta los brazos en cruz, viste blusa estampada, pantalón azul y faja roja, y corona su cabeza un gorro cónico llamativamente adornado.
El lunes es capturado y paseado por el pueblo a ritmo de txistu y tamboril mientras que el martes de carnaval, tras un nuevo paseo matutino y vespertino, es ejecutado y quemado en la hoguera, mientras los vecinos del pueblo bailan el zortziko alrededor de la misma.
Otros personajes
Asimismo, varios personajes acompañan a Miel Otxin en el desfile:
- Ziripot, hombre bonachón y gordinflón, hecho a base de sacos rellenos de helechos y heno, que apenas puede mantenerse en pie. Recorre las calles de Lantz mientras el Zaldiko lo derriba al suelo continuamente a lo largo del recorrido.
- Zaldiko, Alegre y saltarín, medio hombre medio caballo, vestido con sus mejores galas (con un caballo en su cintura), que arremete contra Ziripot hasta tirarlo al suelo;
- Arotzak, los herreros, que portan martillos y tenazas, y corren tras el Zaldiko para herrarlo.
- los Txatxos, que enfundados en pieles de animales y ropas viejas y coloridas, y armados con palos y escobas de paja, gritan mientras hostigan a todos los presentes. Representan a la población de Lantz.
Toda la celebración es acompañada por música de txistu y tamboril.
Orígenes del Carnaval de Lantz
Se desconoce desde cuando se celebra este carnaval, así como tampoco hay una teoría clara sobre su leyenda.
La leyenda sobre este carnaval ha pervivido gracias a la trasmisión oral; al ser Lantz un lugar de paso hacia Francia, era frecuente la presencia de bandidos en la zona, que abusaban y robaban tanto a los viajeros como a los vecinos de la villa.
De entre todos estos bandiso, Miel Otxin era el peor y el más temido.
La fiesta, tal y como la conocemos hoy, tiene su origen en 1964, como consecuencia del rodaje del documental «Carnaval de Lanz» por Pío Caro Baroja, sobre textos de su hermano Julio Caro Baroja.
Este documental se pudo rodar gracias al estudio de la tradición oral, a través de las personas de más edad del pueblo.
El Carnaval de Lantz está declarado Bien de Interés Cultural y Fiesta de Interés Turístico de Navarra en el año 2011.
La leyenda
Hace tiempo vivía en el pueblo de Lantz un personaje muy popular al que llamaban Ziripot.
Era un hombre grande y gordo que casi no podía andar ni tampoco trabajar, así que, para ganarse la vida, contaba viejas historias o cuentos y sus vecinos, quienes, a cambio, le regalaban comida.
—¡Mira, mira, Ziripot, lo que te traemos hoy! Y le enseñaban una cesta llena de verduras, frutas y algún que otro pollo.
—¡Cuéntanos un cuento!
—¡Que sea divertido!
—¡No, no! Hoy queremos una historia de amor.
—¡Bah! Mejor una batalla.
Y así pasaron los meses y los años hasta que, de pronto, un día apareció en Lantz un gigante llamado Miel‐Otxin.
Era feroz y malvado, abusaba de las gentes y les robaba todo lo que tenían. Con él iba una criatura extraña, mitad hombre y mitad caballo, cuyo nombre era Zaldiko.
Los dos se establecieron en Lantz y exigieron que el pueblo se sometiera a su voluntad.
Todos los días, Miel‐Otxin y Zaldiko se situaban en medio de la plaza, los herreros ponían herraduras nuevas en las patas del centauro y los habitantes del lugar, atemorizados, desfilaban uno por uno delante del gigante y su ayudante, depositando a sus pies todo cuanto poseían.
Sólo Ziripot no podía llevar nada, porque nada tenía.
—¡Eh! ¡Tú! ¡El gordo! ¡Ven aquí!—gritó Zaldiko. Pesada y lentamente, Ziripot se acercó. —¿Por qué no traes nada? —le preguntó el hombre‐caballo, haciendo restallar su látigo.
—No tengo nada —fue su respuesta.
Furioso, Zaldiko se abalanzó sobre él y lo golpeó con rabia una y otra vez, hasta que el pobre Ziripot cayó a tierra. Intentó levantarse pero no pudo, debido a su enorme peso.
Unos cuantos vecinos intentaron ayudarle, pero Zaldiko, con su látigo, no les dejó acercarse. Se hizo de noche, la plaza quedó desierta y el gordo Ziripot quedó en medio de ella sin poder moverse.
Ya pensaba en que tendría que quedarse allí cuando, de entre las sombras, fueron apareciendo los vecinos, que sigilosamente le ayudaron a levantarse y lo llevaron a su casa.
—¡Esto no puede seguir así! —dijo uno.
—¡Nos van a dejar sin nada! —añadió otro.
—¡Hay que encontrar una solución! —exclamó un tercero, y todos quedaron en silencio.
—Una vez —comenzó diciendo Ziripot—, una gran piedra cayó rodando desde el monte y fue a parar delante de un caserío, tapando la entrada. El dueño intentó, desde dentro, mover la piedra, pero era muy pesada y no pudo. Salió por la ventana e intentó moverla desde fuera, pero tampoco pudo, pues la piedra seguía siendo igual de pesada. Pasó muchos días pensando en cómo solucionar su problema, hasta que se le ocurrió pedir ayuda. Llamó a sus vecinos y entre todos quitaron la piedra.
Los vecinos se miraron unos a otros, cogieron todo lo que encontraron a mano: estacas, azadas, layas, horcas…, y fueron en busca de Miel‐Otxin y de Zaldiko.
Este último pudo escapar gracias a sus patas de caballo, que corrían velozmente, pero el gigante fue capturado. Los vecinos lo condenaron en juicio público, lo ahorcaron y quemaron sus restos en la plaza.
Lantz recobró la tranquilidad y Ziripot siguió contando cuentos y leyendas hasta el fin de sus días.
Fotografías: Ayuntamiento de Lantz