Ermita de Santa María del Campo, Navascués
Esta ermita del siglo XII es una de las más bellas muestras del románico rural de Navarra. Aunque este templo fue en origen la parroquia del pueblo, hoy es la capilla del cementerio. Su apelativo de ermita responde a su estampa solitaria y enigmática.
Emplazada en el único almiradío de Navarra, al norte de la sierra de Leyre, a la vega del río Salazar y a pie de carretera a las afueras de Navascués, Santa María del Campo es una sorpresa y una llave de paso hacia los pirenaicos valles de Salazar y Roncal.
De influencia jaquesa, su imagen majestuosa con su atrevida torre campanario en mitad de su cubierta es un reclamo que invita a parar en la amplia explanada junto al cementerio. Al acercarse descubrirá otra de las singularidades de esta joya monumental: sus canecillos figurados de tema profano en estrecha relación con los del Monasterio de Leyre. La contemplación de este conjunto regalará a su espíritu una serena armonía.
Se encuentra en el Pirineo navarro, a la entrada de los valles de Salazar y Roncal, en el único almiradío que se conserva en Navarra. La distribución medieval en Navarra comprendía este tipo de delimitaciones orográficas al frente de las que se hallaba un tenente o almirante designado por el rey de Navarra. La ermita de Santa María del Campo es una de las reliquias de este territorio histórico.
De influencia jaquesa, se trata de un edificio de piedra sillar con armoniosas proporciones y tejado de losa. Consta de una nave única de tres tramos y cabecera semicircular. Un elemento poco común por su especial ubicación en medio de la nave es la torre campanario. Cuadrada y esbelta, se abre al exterior mediante ventanas geminadas de medio punto.
Otro llamativo aspecto de Santa María del Campo es la colección de canecillos esculpidos con temas populares. En general, bien conservados, muestran fieras, aves, personajes que contemplan al espectador o están en movimiento como el hombre con el orinal o el acróbata en posición de voltereta. Algunos, en clara relación con la románica Puerta Speciosa del Monasterio de Leyre. Así, en ambas construcciones podrá buscar a una mujer desnuda que alisa sus cabellos (la lujuria), leones con largas patas y garras «de diseño» o forma de boca característica o aves de plumaje que picotean sus patas representando a las almas que desean escapar.
El acceso al interior de esta ermita es a través de una puerta con arco de medio punto con dos arquivoltas ajedrezadas y crismón de tipo jaqués. Lo primero que llama la atención al entrar en el templo es la sensación de altura de sus bóvedas y de poca anchura de su nave. La románica sobriedad interior queda interrumpida por arquerías de medio punto, capiteles labrados esquemáticamente y una pila bautismal del s. XVI.