El parque de la Media Luna de Pamplona
Bordeando el centro de la ciudad, en el Segundo Ensanche, y en un extremo de las murallas, el Parque de la Media Luna, uno de los más bellos y antiguos de Pamplona, debe su nombre a su diseño en forma de luna menguante.
Lugar bucólico y de marcado estilo romántico, este parque dispone de excelentes vistas gracias a un privilegiado y largo mirador sobre el río Arga. Cuenta con un estanque con peces, pista de patinaje y mucho arbolado con diferentes especies, entre las que destaca una bellísima sequoya gigante. Uno de sus muchos y variopintos jardines alberga el monumento al violinista pamplonés Pablo Sarasate.
En el corazón de este verde recinto, un coqueto café con amplia terraza en su exterior cobra especial animación durante las calurosas tardes y noches del verano.
El Parque de la Media Luna fue construido en 1935 por Víctor Eúsa, sin duda uno de los arquitectos navarros de mayor relieve del siglo XX. Con una extensión de 67.000 metros cuadrados, se ubica en uno de los extremos del antiguo recinto amurallado de la ciudad, entre el Baluarte de San Bartolomé y la avenida Baja Navarra, que conecta Pamplona con la salida hacia Francia por Irún.
A pesar de encontrarse en el mismo centro de la ciudad, el diseño del parque y su amplitud lo convierten en un auténtico oasis para la calma. Quizás el perfil más hermoso de la Catedral, inmortalizado en muchos de los lienzos de pintores navarros, se pueda observar desde el largo mirador que limita este parque y que permite disfrutar pausadamente de una agradable panorámica de esta singular parte de la ciudad bordeada por el río Arga.
Allá, abajo, se pueden ver el puente medieval de la Magadalena y las huertas del mismo nombre, el paseo del Arga e incluso caballos y ganado.
Mira en sentido contrario y, ya adentrándose en sus jardines, podrás descubrir todo un juego de variados elementos al más puro estilo romántico: pérgolas, albercas, escalares, fuentes, setos, pequeñas esculturas, árboles de gran porte, surtidores y bancos salpican el entramado verde del recinto.
La Media Luna reúne una original selección de plantas y de hasta 43 especies arbóreas, entre las que se erige, con cierta arrogancia, una sequoya gigante, que, a pesar de todo y dicho sea de paso, no es la mayor de Pamplona. Le anteceden otras dos: la del Palacio de Navarra y la del antiguo Laboratorio Agrícola, en el Casco Antiguo, todas ellas declaradas monumento natural.
Otro punto emblemático que sin duda atraerá la atención del visitante es el monumento al insigne violinista pamplonés Pablo Sarasate, levantado en 1959, en una estancia circular rodeada de bancos. Muy cerca de allí, un coqueto bar con terraza, de concesión municipal, abierto todos los días desde las 11 de la mañana, es un buen lugar para un tentempié. El local organiza, además, fiestas de carácter privado.
No es extraño que la música llegue hasta nuestros oídos, gracias a los conciertos de diversos estilos que se organizan con cierta asiduidad en este recinto verde. Muy recomendable el ciclo de jazz que tiene lugar durante las tardes-noche de comienzos del verano.
Ya al final del Parque de la Media Luna, cuando se funde ya con la avenida de la Baja Navarra, te encontrarás con el monumento de Sancho el Mayor, Rey de Pamplona. A su lado, un bajorrelieve recuerda la figura de Juan Huarte de San Juan, médico y filósofo navarro del siglo XVII. Llegamos así a un elegante palacete construido en 1955, conocido popularmente como el Chalet de Izu, Centro Navarro de Encuentros Profesionales y sede de varios colegios oficiales, que alberga en su interior, en medio de un refinado lujo, un restaurante abierto también al público.