Torres del Río, villa jacobea
Torres del Río se alza entre lo alto de una colina y en una profunda cuenca, en pleno Camino de Santiago, a mitad de camino entre Los Arcos y Viana.
Pueblo con encanto de empinadas y estrechas callejuelas en las que se exhiben caserones barrocos con decorativos blasones. Cobijados desde el alto por la iglesia de San Andrés, edificio gótico renacentista construido sobre otro anterior.
El casco urbano de Torres del Río presenta un trazado irregular, impuesto por las peculiaridades de su emplazamiento en las laderas de una colina.
En la parte baja del pueblo, escondido entre el apretado caserío, aparece una joya arquitectónica del románico del siglo XII: la iglesia del Santo Sepulcro que evoca por su planta octogonal a la basílica de Jerusalén, ha estado ligada desde sus orígenes al Camino de Santiago. Posee una singular bóveda estrellada de origen califal.
Punto de paso en el camino hacia Santiago de Compostela, Torres del Río recibe cada año la visita de miles de peregrinos que inundan el pueblo de alegría e historia viva.
Un poco de historia…
En su área se hallaron restos romanos de una explotación agrícola, así como cerámicas y alguna piedra labrada. Todo ello hace pensar que fue un asentamiento ya durante la época romana.
Durante la invasión musulmana de la Península Ibérica se incorporó a los territorios ocupados por los musulmanes siendo reconquistada tras la toma de Monjardín. Ya en poder cristiano tuvo un monasterio que en 1109 donó Jimeno Galíndez a Irache.
En 1172 el papa Alejandro III acoge al monasterio de Irache y a su antiguo abad Viviano bajo su protección y confirma las posesiones de dicho Monasterio, incluido Torres (“Turres”) con todas sus pertenencias.
Aymeric Picaud, peregrino del siglo XII, menciona a Torres en su Codex Calixtinus y hace referencia a su río, Linares por tener agua venenosa. Este dato será recogido también por otro peregrino del siglo XIV, Geofroi de Buletot, en su Dietario íntimo (1381):
“Hay que guardarse de los ríos malos y venenosos, tales como el de Torres de Sansol”.
Posteriormente, en 1492, Iranzu compra a Torres del Río y Sansol el regadío de la Monjía. En esta villa tenia pechero Don Alvar Díaz de Medrano, hijo de Juan Martínez de Medrano, a quien los compró el propio concejo, que en 1341 acabó por entregar todo el pueblo al señorío del Rey, con la condición de poder disfrutar del fuero de Viguera, confirmándolo unos años después el Rey Don Felipe III de Navarra.
Por la sentencia arbitral de Luis XI de Francia, en las disputas entre Enrique IV de Castilla y Juan II de Aragón, la villa quedó anexionada a Castilla desde 1463 hasta 1753. Sin embargo siguió rigiéndose por los fueros navarros y económicamente siguió perteneciendo a Navarra, aunque se convirtió en localidad castellana durante casi tres siglos.
Durante la ocupación napoleónica tuvo lugar allí en noviembre de 1809 una batalla entre una unidad francesa bajo el Coronel Belloc y un grupo guerrillero bajo el mando de Francisco Xavier Mina.
Qué ver en Torres del Río
Iglesia del Santo Sepulcro
Es uno de las iglesias más importantes del románico navarro del siglo XII. Su originalidad viene dada por el plan centralizado que adopta, que no es el único en Navarra, pero sí adopta mayor monumentalidad y perfección arquitectónica.
Los críticos disienten a la hora de considerar el origen de la misma. Unos la hacen depender de la Orden del Santo Sepulcro y otros del Monasterio de Irache, bajo cuyos auspicios se construyó entre 1160-1170. [ +info ]
Iglesia Parroquial de San Andrés
La Parroquia de San Andrés es una obra gótico-renacentista de Juanes de Larrañaga de hacia 1599-1629. Su disposición es de cruz latina con un gran tramo cuadrado que hace de nave, crucero de iguales dimensiones, aunque sus brazos son de escasa profundidad, y cabecera poligonal. Se cubre casi todo el espacio con bellas bóvedas estrelladas de terceletes, exceptuando los medios cañones apuntados y la bóveda gallonada con terceletes de la cabecera.
La iglesia tiene un excesivo desarrollo en altura y contrafuertes diagonales reforzando la cabecera y el muro de los pies. La portada se abre del lado de la Epístola, y se hace de gusto goticista abocinada en cuatro arquivoltas.
En el sotocoro, una pila bautismal de piedra del XVI y, seguido, un Crucifijo de hacia 1600 de estilo popular. En el muro frontal de este mismo lado del Evangelio, un retablo de traza manierista realizado por Juan de Zabala que tiene su pareja en el colateral dedicado a la Inmaculada Concepción.
Decora el presbiterio un monumental retablo mayor hecho por Pedro Jiménez Castrejana entre 1637 y 1651. La mazonería es de típica composición manierista, apiña multitud de elementos arquitectónicos y una apretada ornamentación. La escultura del retablo alterna relieves y bultos, reservándose éstos para la calle central, y el ático.
Estilísticamente, conviven esquemas y tipos renacentistas con otras esculturas en las que comienza a manifestarse el naturalismo propio del siglo XVII, lo que es debido al trabajo de Pedro Jiménez junto a Gregorio Fernández en Valladolid.
El retablo conserva su bella policromía original, obra de Andrés de Gauna.
En la sacristía, se hallan una cajonería del s. XVII; tres Crucificados, uno del XVI y dos del XVII entre los que destaca uno próximo al círculo de los Imberto; un lienzo exvoto con leyenda y un cáliz de plata dorada con esquema purista, del XVII.
Fiestas patronales
Comienzan el segundo fin de semana de septiembre, en honor a la Vera Cruz.
Albergues de peregrinos en Torres del Río:
Servicios
- Alojamientos turísticos.
- Banco.
- Bar.
- Cajero automático.
- Frontón.
- Internet.
- Médico.
- Parque infantil.
- Restaurante / cafetería.
- Supermercado / tienda.
Cómo llegar a Torres del Río
Desde Pamplona, tomar la autovía A-12 dirección Logroño hasta la salida de Los Arcos/Sesma/Lodosa. Continuar por la carretera NA-1110 hasta la localidad.