Carnaval de Aoiz
Las angostas calles de la villa de Aoiz se llenan de colorido con la llegada de sus históricas carnestolendas. Es el carnaval de Aoiz, que se celebra el martes anterior al Miércoles de Ceniza.
Sus personajes, Cascabobos (los chicos) y Mascaritas (las chicas), enfundan sus trajes tradicionales desde tiempos inmemoriales. Una práctica interrumpida solamente en tiempos de guerra (año 1936) y retomada en los años 60.
Los Cascabobos visten calzón rayado de distintos colores, a juego con una camisa ablusonda —en cuyo interior y ajustadas a la cintura suenan varias campanillas al menor movimiento—, alpargatas, medias atadas bajo la rodilla. Un gorro o ttuntturro, del que cuelgan cintas de colores mismo color que el traje, cubre sus cabezas. Un antifaz y una tela les aseguran el anonimato.
La nota musical la ponen las campanillas que llevan atadas al cuerpo. Como complemento azuzador portan una bota, un palo del que cuelga una media o un calcetín lleno de trapos, al que denominan bota. Con la bota golpean a quien se pone a su alcance. Nada de particular, pues, que la exclamación ‘¡viene el kaskabobo con la bota!’ se escuche de manera tan generalizada como reiterativa en el transcurso de la intervención festiva de estos mozos disfrazados.
En cuanto al atuendo de las Mascaritas se compone de falda con vuelo, chamba ajustada en la cintura, zapatos y un llamativo sombrero con velo grueso que oculta sus rostros. Unas se enseñorean con un abanico y otras juguetean mojando sorpresivamente con agua a todo aquél que cruza el paseo. Para ello se valen de un pequeño recipiente de goma oculto en la mano.
A la habitual kalejira o desfile se ha incorporado un elemento nuevo, la apertura y purificación de la calle Maldita, que une la Plaza del Mercado con la Virreyna. La tradición popular cuenta que en ella se produjo un asesinato hace más de 70 años y desde entonces permanece cerrada.
A partir de ahora, cada año en carnaval esta calle verá desfilar a Cascabobos y Mascaritas con antorchas encendidas después de la quema de Ziriko y Kapusai, protagonistas de aquel trágico suceso.
Durante la hoguera se reparten pinchos de tortilla de chistorra a todo el pueblo, fruto de la cuestación realizada por las casas de la localidad.