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Febrero, mes de Carnavales en Navarra

Febrero, mes de Carnavales en Navarra

Febrero, mes de Carnavales en Navarra

Carnavales en Navarra, la fiesta del color y de los rituales mágicos. Si todavía no conoces el gigante más famoso de Lantz, los fantasmas de tela de saco rellenos de hierba seca de Lesaka o los temibles momotxorros de Alsasua que atacan al público con sus horquillas, tienes una cita ineludible con los Carnavales rurales de Navarra. Una fiesta mágica y colorista que año tras año revive los ritos y danzas más ancestrales.

La mayoría de las celebraciones tiene lugar en los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza (26, 27 y 28 de febrero), aunque algunos pueblos adelantan sus festejos al mes de enero.

En Navarra, la oscuridad y las bajas temperaturas del invierno se combaten con el bullicio y el colorido de sus Carnavales rurales. Pasados ya los carnavales más madrugadores, en el mes de enero, en los últimos días de febrero llega el carnaval con todo su esplendor a Navarra.

Junto con los ya pasados carnavales de Ituren y Zubieta, en los Carnavales de Lantz —pequeño municipio situado entre los valles de Anué y Ultzama—, el personaje central es el bandido Miel Otxin, un gigante de tres metros de altura vestido con vivos colores que el domingo de Carnaval (26 de febrero) es ejecutado y quemado. Si asistes a este espectáculo ten cuidado con los txatxos, figuras vestidas con llamativas ropas y con las caras cubiertas con telas y sacos, que increpan al público congregado con escobas y palos.

Las fiestas paganas de Alsasua —también reconocidas como “Fiesta de Interés Turístico de Navarra”— verá como el martes 28 de febrero sus calles son invadidas por los momotxorros, personajes de aspecto fiero que se dedican a atacar al público con sus horquillas y que van acompañados de brujas aulladoras y fantasmas rellenos de hierba seca. El cortejo finaliza su recorrido en la plaza Mayor donde un baile pone el punto final al espectáculo.

El buen humor protagoniza los Carnavales de Goizueta. El martes de Carnaval los carboneros o zomorrok —que llevan sobre sus espaldas un odre adornado con cencerros— tiznan de negro las caras de las mujeres al restregarlas con las suyas. Van acompañados de los mozorrok, vestidos de blanco, con faja, pañuelo y boina roja. Cada cierto tiempo, el cortejo se reúne y baila la “zagi-dantza”, un baile lleno de piruetas.

En Lesaka, la fiesta tiene lugar el domingo de Carnaval (26 de febrero). Los personajes principales son los zaku zaharrak, una treintena de grotescos personajes embutidos en tres sacos de tela rellenos de hierba seca, que se cubren la cara con un pañuelo y portan una pizontzia (vejiga) con la que atizan al público. Desfilan acompañados de las mairus (mujeres tocadas con sombrero ancho y cubiertas de abundantes tiras multicolores) y los goitarrak (habitantes de los caseríos de las montañas).

En Bera, el domingo y el lunes de Carnaval se celebra un desfile con pastores y nodrizas (chicos disfrazados de chicas). El cortejo se coloca en dos hileras y empieza a bailar. Durante la danza, las nodrizas lanzan a sus bebés (muñecos) al aire y los recuperan sanos y salvos. La comparsa va acompañada por el Rey Momo, un personaje vestido como un antiguo monarca que se traslada en carroza, el “alcalde”, el “juez”, el “cura”, y el “militar”.

La magia y el misterio que envuelven los Carnavales de Unanu bien merecen una visita. En esta pequeña localidad de Sakana, los protagonistas son los mamuxarros, una docena de jóvenes solteros ataviados con unas fantásticas caretas construidas en hierro que portan unas largas varas con las que el martes de Carnaval atizan a cuantos encuentran a su paso. El cortejo se completa con la figura de mutua (el mudo), una especie de chivato que avisa a los mamuxarros de hacia dónde huye el público. También lleva vara, pero como su función es despistar, va vestido de mujer.

Los Carnavales más urbanos

Aunque salpicados de elementos rurales, los Carnavales de Pamplona tienen un carácter más urbano. Comienzan el viernes 28 de febrero y tras un sinfín de actos culminan con la quema de María Trapo, un muñeco que representa a la malvada jefa de los francos que destruyeron el burgo de la Navarrería y que acabó quemada en su torre.

En el sur de Navarra la fiesta pagana es especialmente vistosa en Tudela, donde los zipoteros, personajes con máscara y cabeza cubierta que arrojan caramelos, recorren las calles, acompañados de los capirotes, el viernes anterior al Miércoles de Ceniza. Los actos se completan con los desfiles de máscaras de adultos e infantil, que tienen lugar en la tarde del sábado y la mañana del domingo respectivamente.

En Cintruénigo, los zarramusqueros toman las calles del pueblo las tardes del sábado y domingo de Carnaval. Su misión es muy sencilla: rociar con agua con azulete que llevan en sulfatadoras a cuantos pillan por el camino. Y también en Cascante los zarrapoteros, personajes vestidos de blanco con cintas de diversos colores que le cuelgan de un sombrero de paja, inauguran los Carnavales el viernes por la noche.

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