¿Por qué visitar Navarra?
Porque en los pocos kilómetros que separan el norte del sur de Navarra podrás disfrutar de un Reyno de diversidad. Compruébalo.
Cierra los ojos, escucha el sonido del frondoso hayedo en la Selva de Irati, de la sierra de Urbasa o de Quinto Real. Siente en tu rostro el frío azul de las altas y escarpadas montañas del Pirineo.
Asómbrate, abre los ojos y escucha el mágico silencio que acompaña a los infinitos colores terrosos del paisaje desértico de las Bardenas Reales.
Mueve el cuerpo al ritmo de las fiestas de San Fermín, y tus pies al paso firme del peregrino que desde Roncesvalles recorre la ruta del Camino de Santiago.
Déjate seducir por los sabores de la gastronomía del norte de Navarra, como el del queso artesano de oveja y las migas de pastor, o por las maravillas naturales de la variada huerta que, al sur, bordea el río Ebro: el cardo, la alcachofa o los espárragos, acompañados de los buenos vinos navarros.
Descubre éstas y otras muchas posibilidades que te ofrece el antiguo Reyno de Navarra.
Razones para descubrir Navarra
Navarra es tierra de diversidad
Diversidad marcada por un paisaje de contrastes que ha perfilado a lo largo de los siglos pueblos y caracteres diversos, tradiciones diversas, climas y cultivos diversos.
Diversidad donde los sentidos se entremezclan.
Acaricia la escarpada silueta verde del Pirineo, y observa cómo se ondula y pierde fuerza cuando se acerca al perfil suave de la tierra yerma de la Ribera.
Escucha el tranquilo azul que baja de las montañas del norte, la libertad de la llanura anaranjada del sur o el susurro de los recios muros de los monasterios y palacios que inundan nuestra geografía.
Percibe el olor a tradición y esfuerzo que transmite la Ruta Jacobea a su paso por Navarra, desde el legendario rincón de Roncesvalles, hasta la muy noble ciudad de Viana, que despide el Camino.
Saborea los colores de la fiesta: el blanco y el rojo invaden los Sanfermines y las celebraciones populares del verano.
No pierdas de vista la variada gastronomía de esta tierra de exquisitas carnes y sabrosas verduras de la huerta de la Ribera, acompañadas por los excelentes vinos de la región.
Déjate cautivar por el carácter de sus gentes: sosegado e introvertido en el norte, alegre y bullicioso en el sur.
Navarra, una pequeña gran región en la que descubrirás enormes contrastes. Permítenos invitarte a sentir toda la diversidad.
Navarra es tierra de tradiciones
Navarra es tierra de arraigadas tradiciones que reflejan la pluralidad de sus costumbres. La música, la danza y la gastronomía son las protagonistas de las fiestas populares. Ancestrales ritos paganos conviven con toda clase de tradiciones religiosas a lo largo de las cuatro estaciones.
A finales de enero, o principios de febrero, según el año, llegan los Carnavales. Son días con un sabor ancestral, en los que se recuperan personajes de leyenda y rituales casi prehistóricos del entorno rural, y se rescatan trajes del baúl para ocultarse bajo una identidad diferente.
Los carnavales poseen en Navarra una gran riqueza etnográfica, principalmente los celebrados en el norte: Lantz, Lesaka, Goizueta, Ituren o Zubieta.
Cuando el invierno va finalizando, llegan de nuevo las esperadas Javieradas, en marzo. Miles de personas peregrinan desde Pamplona y otras muchas localidades de la comunidad hasta el castillo que vió nacer a San Francisco Javier, patrón de Navarra, en el año 1506.
Con la llegada de la primavera, Navarra se inunda de romerías. Algunas de las más representativas son las de El Yugo, Ujué, Roncesvalles y Labiano.
La Semana Santa se vive con especial fervor y son conocidas la Procesión del Santo Entierro de Corella y la Bajadica del Ángel de Tudela.
A finales de abril o principios de mayo se celebra el Día de la Almadía, que recuerda el descenso de los troncos por el río desde los valles pirenaicos.
A partir del solsticio de verano la fiesta irrumpe en Navarra. En Zugarramurdi se celebran los Akelarres de las Brujas. En julio Pamplona recibe a los Sanfermines y multitud de localidades se engalanan para festejar a su patrón.
Los protagonistas en la montaña son las danzas (bolantes de Valcarlos, paloteado de Ochagavía…) y el deporte rural (pelota vasca, cortadores de troncos…). En la Ribera destacan la jota y las vacas bravas.
En esta estación tienen lugar tradiciones ancestrales heredadas de antiguos tratados medievales como el Tributo de las Tres Vacas y la representación del Misterio de Obanos, ligada al Camino de Santiago.
Al comienzo del otoño, alrededor de la festividad de San Miguel, los rebaños trashumantes roncaleses entran en las Bardenas.
Con la llegada de la temporada de caza de la paloma, Etxalar se llena de expectación.
El 29 de noviembre se celebra la festividad de San Saturnino, patrón de Pamplona, y cada 3 de diciembre el Día de Navarra y de San Francisco Javier, patrón de la Comunidad Foral.
En invierno, Sangüesa es testigo de la representación del Auto Sacramental de los Reyes Magos.
Navarra, el Reyno de la Buena Mesa
Navarra te ofrece los sabores de antaño, porque en esta tierra hemos sabido conservar la tradición culinaria que se nutre de todos los productos que proporciona el variado paisaje navarro y que hace de la comida un acontecimiento social.
La diversidad geográfica de Navarra tiene también su reflejo en la gastronomía; los lácteos y los platos de caza del Pirineo dan paso al cordero o los vinos de la Zona Media y la Ribera y finalizan con la prolífica y exquisita huerta de la Ribera del Ebro.
Y aunque todos los productos están presentes en cualquier punto de la Comunidad, cada zona ofrece además sus especialidades.
La restauración navarra ha logrado prestigio internacional gracias a un equilibrio entre la tradición y la nueva cocina, y gracias también a la magnífica calidad de la materia prima.
Algunos de los establecimientos de mayor renombre se han agrupado creando la Asociación Restaurantes del Reyno.
La Asociación de Restaurantes del Reyno agrupa a cocineros de prestigio y proyección de la cocina navarra. En ellos se funde el respeto por la identidad de lo tradicional, la inovación por los nuevos modos de hacer, presentar y prerarar, y la obsesión por la búsqueda de la mejor materia prima para sus creaciones.
Todo ello, por supuesto, nacido en Navarra, tierra de exquisitos productos autóctonos, donde realmente se encuentra la diferencia y la personalidad.
La gastronomía de Navarra encuentra un complemento inmejorable en sus vinos tintos, rosados y blancos, amparados por las denominaciones de origen Navarra y Rioja.
Déjate seducir por las delicias de nuestras huertas: espárragos, alcachofas, cardo, pimientos del piquillo o pochas. Disfruta del ajoarriero, el chuletón y las carnes asadas. Y no te quedes sin postre; aún te esperan el queso, la cuajada, los canutillos y la leche frita.
Los pinchos
Sobre todo en el Caso Viejo de Pamplona, pero también en el resto de la ciudad, se puede disfrutar de esta exquisita cocina en miniatura que satisface la arraigada costumbre de ir de pinchos, justo antes de las comidas principales.
La mayoría de los bares cuenta con una variada muestra de su buen hacer para el deleite de todos los paladares y junto a las tapas tradicionales se ofrecen sofisticados pinchos basados en los productos de la tierra.
Nada mejor que visitar Navarra durante la Semana del Pincho, que se celebra en varias localidades de Navarra entorno a los meses de marzo y abril, para saborear las propuestas más innovadoras de estos imaginativos y delicados artesanos.
Navarra, cuatro estaciones para disfrutar
Navarra se puede conocer en cualquier época del año. Tanto si desea realizar una escapada, como si quiere pasar más tiempo con nosotros, el Reyno de Navarra le ofrece múltiples atractivos en cada estación.
Primavera: el deshielo verde
Es una estación ideal para descubrir el esplendor de las Bardenas Reales y recorrer a pie o en bicicleta las antiguas rutas del ferrocarril: la vía verde del Bidasoa, del Plazaola o del Tarazonica.
En primavera despierta el Pirineo y el blanco da paso a multitud de colores que puede descubrir ascendiendo al Ori o perdiéndose en bosques como Orgi, Urbasa-Andía, Irati o Quinto Real.
También es un momento para conocer la procesión de Semana Santa de Corella, las romerías de Roncesvalles o el encanto de pueblos como Ujué, Olite o Elizondo.
En la mesa, es tiempo de menestra, espárragos y salmón.
El verano: tiempo de fiestas
En julio Pamplona se tiñe de fiesta con los Sanfermines y toda Navarra se salpica de celebraciones durante el estío.
Tudela, Tafalla, Estella o Sangüesa marcan la pauta de la alegría y la hospitalidad. Es una época para descubrir tradiciones como las danzas de Ochagavía.
El verano anima a disfrutar de la naturaleza y descubrir los verdes valles del norte de Navarra: Roncal, Baztán y Bidasoa. La cultura invade rincones emblemáticos.
Se celebra el Festival de Teatro Clásico de Olite junto a su majestuoso castillo y la Semana de Música Antigua en Estella, entre otras actividades culturales.
En la mesa, la selecta gastronomía navarra se rinde ante los variados platos de la huerta del Ebro.
El otoño: Navarra en ocres
La Selva de Irati es el mejor ejemplo de los mil colores que inundan toda la geografía navarra.
La sierra de Urbasa, los valles de Aezkoa o Salazar, las foces de Lumbier y Arbayún o el Parque Natural de Bértiz te ofrecerán estampas que difícilmente podrá olvidar.
La Zona Media vive el inicio de la vendimia y nos invita a conocer rincones con mucha historia y arte, como el Monasterio de la Oliva, de Leyre o de Irantzu, y pueblos históricos como Puente la Reina, cruce de caminos de la Ruta Jacobea.
Son días de caza; te esperan las palomeras de Etxalar, y una variada gastronomía donde las setas, el jabalí o la paloma son protagonistas.
Invierno: pisar nieve virgen
En Navarra el invierno se disfruta. Es la época del esquí de fondo en los valles de Roncal y Salazar, y el momento para saborear el frío sano de los soleados días de invierno mientras practica senderismo.
También puedes refugiarste en un alojamiento rural y disfrutar de un buen libro al calor de la chimenea. Llegan la Nochevieja, el Año Nuevo y los carnavales cuyo origen se pierde en el tiempo, como los de Lantz, Ituren y Zubieta.
Los paladares más exigentes sabrán valorar las buenas alubias pochas, las carnes, los quesos, los vinos y los licores de la tierra navarra.
Navarra, un gran ambiente de fiesta
La Fiesta de todas las fiestas tiene lugar en Pamplona. Con el chupinazo del 6 de julio comienzan los Sanfermines y las calles se llenan de una sensación de hermandad en medio de un caos festivo y alegre.
Además, durante todo el año, multitud de celebraciones salpican la geografía navarra.
Las fiestas del norte llenan las calles con sus danzas y sus exhibiciones de deporte rural en contraste con los festejos del sur, donde las vaquillas se convierten en protagonistas y el blanco y el rojo tiñen de color los festejos.
Así se viven las fiestas en el Reyno de Navarra, celebraciones que invitan a participar de las costumbres de esta tierra.
Navarra, donde se está bien. Muy bien.
En Navarra se está bien. Muy bien. Es una de las comunidades con mejores indicadores de calidad de vida y en tu visita a Navarra lo podrás percibirlo en mil y un detalles: la cuidada estética que generalmente caracteriza a pueblos y ciudades y los servicios que presta a sus ciudadanos.
Pamplona dispone de tres universidades que imparten titulaciones a estudiantes de todo el mundo, además de promover investigaciones y congresos.
El sistema hospitalario de la Comunidad Foral ha adquirido un reconocido prestigio y se ha convertido en un referente sanitario internacional.
Navarra además vive en armonía con su rico patrimonio natural. En el respeto por el medio ambiente se implican ciudadanos, instituciones y empresas, como lo demuestra el auge de las energías alternativas y la creación del Centro Nacional de Energías Renovables. Cuenta también con otros importantes centros tecnológicos que impulsan la innovación y el desarrollo de la Comunidad.
Una variada oferta cultural y un rico patrimonio histórico-artístico completan la vista a Navarra.
Baluarte, Teatro Gayarre y otras infraestructuras culturales la convierten en una de las comunidades con un mayor número de espacios escénicos por habitante y donde el ciudadano realiza una mayor inversión en actividades culturales.
Navarra, caminos de historia
Los caminos son vías de comunicación que crean historia y fomentan las tradiciones, y en el Reyno de Navarra, si hay que mencionar uno, ése ha sido y es el Camino de Santiago, que ha dejado una huella imborrable en las costumbres y en el patrimonio artístico de la Comunidad.
Navarra es puerta de entrada desde Francia y cruce de caminos, pues las dos vías del Camino Francés que llegan de Roncesvalles y de Sangüesa se funden en Puente la Reina para continuar hacia Estella y despedirse de Navarra en Viana.
Otras vías con siglos de tradición son las calzadas romanas; se conservan en buen estado las de Cirauqui y Belate.
Navarra ofrece además una multitud de senderos de pequeño y gran recorrido. Unos atraviesan bosques, bordean embalses o unen cuevas milenarias, y otros nos acercan a los dólmenes, cruzan regatas o siguen el trazado de antiguos ferrocarriles, como las vías verdes del Plazaola y el Tarazonica.
En el valle de Roncal nacen otros caminos: la Cañada Real, vestigio de la trashumancia que conduce los rebaños de los pastos pirenaicos a las Bardenas, en la ribera del Ebro, y el que durante años siguieron los almadieros a través del río ejerciendo el duro oficio de trasladar la madera de norte a sur de la Comunidad.
Y en la capital, Pamplona, un camino intenso lleno de tradición y fervor: el Encierro. Ochocientos metros que, del 7 al 14 de julio, recorren los más osados delante de los toros en las universales fiestas de San Fermín.
Navarra, gente auténtica
La diversidad y el contraste que definen el paisaje y el clima de Navarra determinan a las gentes de este viejo Reyno.
En la arquitectura de los pueblos, en las tradiciones, en las danzas y en los deportes rurales podrá percibir el modo de ser y de vivir de las gentes de Navarra.
Los cerrados valles del norte, influenciados por los Pirineos y por un clima atlántico, han delineado el carácter noble y amable de las gentes de los caseríos, que disfrutan del recogimiento, de las conversaciones y de las leyendas en torno al fogón.
De camino hacia el sur, las montañas dan paso a amplias llanuras tostadas por el calor del sol que anima a vivir la calle y perfila el carácter extrovertido y abierto de sus gentes.
El afán por compartir las celebraciones con el visitante y la hospitalidad son un claro ejemplo de la naturalidad y la autenticidad de los navarros.